sábado, 22 de septiembre de 2012

¿Cómo sería una educación ideal en nuestra sociedad actual?


  Sin duda, los cambios que hemos tenido como sociedad las últimas décadas, ya sea en el ámbito político, económico, cultural, y tecnológico, implica que nuestras formas de vida varíen con el correr del tiempo, las formas de hacer las cosas no son las mismas que hace 20 o 30 años atrás. Centrándonos plenamente en el tema educativo, estos cambios quedan reflejados de manera explicita con solo observar la infraestructura de un establecimiento en la actualidad, su personal, y los niños que en él se educan, nos percatamos que han sufridos cambios considerables en comparación con décadas pasadas. Teniendo esto en cuenta, queda de manifiesto que las formas de enseñar no pueden ser las mismas, por lo mismo, cabe preguntarse ¿cómo educar en la actualidad?

Tal vez, las personas que nos relacionamos día a día con entidades educativas, lo primero que podríamos destacar en la educación actual es el uso de las TICS, ellas están insertas en la infinidad de tareas que desempeñan los administrativos, docentes y estudiantes. Sin embargo, y de manera preocupante, estas tecnologías muchas veces no están siendo ocupadas de manera efectiva en las aulas, profesores en su mayoría no manejan estas herramientas lo que implican que no se les de el uso que corresponde.

Al tener esto en cuenta, se hace necesario que los docentes en formación se inserten en el uso de las TICS, como una herramienta más de trabajo, ya que sin duda, con los cambios tecnológicos y la globalización estas son parte esencial de la educación en la actualidad, los niños ya no se motivan con un pizarrón y plumones, necesitan ver, escuchar, y las tecnologías entregan estas y muchas mas oportunidades.

Como mencionaba en un comienzo, dentro de los tantos cambios que vivimos, se encuentran los culturales, y los niños no están ajenos a estos. La educación es mucho más que un traspaso de contenidos, es una transformación de mentalidad, de pensamientos, de emociones y principalmente valores. La educación no puede ser vista como un instrumento que se entrega dentro de 4 paredes, los niños reciben información constantemente, en todo momento. Todo esto un profesor debe tener claro, nuestros estudiantes deben conocer las culturas que los rodean, y no solo la propia, sino toda la que puedan percibir.

Principalmente, para que una educación en el siglo XXI sea realmente significativa, debemos tener en cuenta que el profesor no es el centro del  proceso enseñanza-aprendizaje, son los estudiantes. El profesor es solo un guía dentro del aula, debemos olvidarnos del estereotipo de profesor “sabelotodo” que entrega materia y revisa puebas, aca todo debe girar en torno a los niños, son ellos los encargados de darle significado a lo que ven, escuchan o sienten. El niño ya no aprende escribiendo, aprende “haciendo”, es imposible que un estudiante logre aprendizajes significativos si solo recibe información en una silla, deben aprender a expresarse, a contar cómo entiende él las cosas.

Pues como vemos, son muchas las cosas que influyen en el aprendizaje de un niño. Con todo esto no quiero decir que asi lograremos un 100% de efectividad en los aprendizajes, hay factores externos que siempre influirán, ya sean motivacionales, emocionales, económicos. Esto es lo más difícil de la educación, la gran variedad de situaciones con las que nos encontramos, y que lamentablemente, el profesor es el encargado de enfrentarlas, muchas veces solo, o tal vez con ayudas externas, pero el profesor cumple un verdadero papel multidisciplinario. Pero si hay algo claro, es que la educación a cambiado, para bien o para mal, ha cambiado, el juego está en seguir ese cambio, no perder el rumbo de lo cotidiano, interiorizarse en temas desconocidos, pero todo esto, debe hacerse en conjunto con los estudiantes.

El imperio de las calificaciones en la educación forma.


Muchas veces, tanto profesores y especialmente los estudiantes nos preguntamos ¿Por qué nos califican? Y es más, llegamos a cuestionarnos ¿Qué es lo que se califica?  Pues bien, los establecimientos educativos utilizan la calificación como método de medir el rendimiento académico de los estudiantes, cuan capacitados están para ejecutar una determinada tarea, etc. Y aunque parezca autoritario, muchas veces se ocupan las calificaciones como una forma de recompensa o castigo, la buena memoria e inteligencia se premia con buenas notas, y la mala conducta o mal rendimiento académico se castiga con bajas calificaciones. Ahora, vale la pena preguntarse, ¿ese es el fin de las calificaciones en la educación?

Antes de entrar de lleno en este tema, debemos dejar en claro una de las principales confusiones que existen en torno a dos términos, evaluar y calificar. Estos términos tienden a confundirse dejándose muchas veces como conceptos con el mismo significado, pero no es así. Evaluar es una cuestión valórica, cuando recogemos información del rendimiento de un estudiante y la utilizamos para mejorar el proceso educativo de un niño a través de un juicio valórico; calificar, en cambio, es ponerle una “nota” a este rendimiento. En palabras mas sencillas, evaluar, es lo global, calificar, es lo específico.

Así, respondemos a una de las interrogantes que plantee en un comienzo, según lo anterior, lo que se califica en los establecimientos es el rendimiento que tiene un estudiante en para un determinado objetivo. Ahora, si vemos por qué se califica deberíamos decir que el objetivo principal de la calificación es que a través de ella otorgamos una medición especifica, que sumada con otras calificaciones  nos da una base para lograr una evaluación.

Sin embargo, las calificaciones en la actualidad se utilizan preferentemente como una cuestión administrativa, principalmente, para otorgarle cierto “rango” a un estudiante. Los estudiantes se están viendo sobrepasados por la forma de calificar el los colegios, ya que se les pone en una escala que tiende a “discriminar”, ya que un estudiante con calificaciones destacadas es visto inmediatamente como un ente superior al que sus calificaciones son “deficientes”. Muchas veces los docentes caen en darle una importancia preponderante al tema de las notas, olvidando cual es el real objetivo de esta, “una escala para medir, y a través de esta mejorar las dificultades de los estudiantes”.

Impresiona ver cómo llegamos a vernos sobrepasados por las llamadas calificaciones, actualmente, estas son sinónimo de evaluar, como un requerimiento oficial para indicar el rendimiento académico de un estudiante, como apreciaciones cuantitativas que se registran para ser utilizadas posteriormente, etc.

Ahora bien, no podemos culpar al docente en su totalidad por la forma de concebir las calificaciones que se tiene hoy en día, él es parte de un sistema deficiente, que no le permite realizar un trabajo calificativo como corresponde, ya que está sometido a una serie de tareas propias de su labor, siendo la principal la de crear situaciones de aprendizaje, con algunas tareas secundarias como controlar la convivencia de la sala de clases, responder a formalidades para comunicar el desarrollo de sus alumnos, tanto a los administradores como a los padres, preparar material para sus estudiantes, etc. La calificación es una de las tantas actividades del docente, por lo mismo, muchas veces se realiza de manera rapida, y pierde el sentido mismo de lo que significa calificar, perdiendo la importancia que se merece.

Y esto es algo que preocupa, ya que la calificación es un tema que presenta mucho interés como parte del proceso evaluativo en un establecimiento, ya que despierta expectativas en los alumnos como en los padres. Además, dado el sistema educativo que presenta nuestro país en la actualidad, la calificación es una cuestión de vida o muerte para muchos estudiantes, ya que es la carta de presentación para futuras instancias educacionales.
Pues bien, luego de tan largas explicaciones en torno al enfoque que se da a las calificaciones, creo que hay cosas básicas que debemos tener claro, para que no se pierda el real objetivo de la calificación. Lo principal es saber que la evaluación “no puede ser una amenaza sino un instrumento para ver cómo se sigue avanzando ", esto implica que este instrumento no solo sirve para medir el rendimiento del estudiante, sino también del propio profesor, ya que con los resultados puede ser un parámetro de si es fructífero o no el trabajo del docente en la sala de clases.

Además, no desconectar las calificaciones de la evaluación, debemos tener claro que la calificación es parte de esta, por lo mismo, no se debe calificar como una cuestión aislada, sino integrarla a la evaluación como parte de un juicio de valor, darle el sentido pedagógico que implica, y no solo transformarla solo en una forma de estandarizar a los estudiantes.